jueves, 4 de noviembre de 2010

ESCENAS DE NAVIDAD. MONTANDO EL BELÉN


- Esperad, que ponga la sábana.

Grita la madre desde la cocina. Los niños se muestran nerviosos, es su primera tarde de vacaciones, y como cada año, al volver a casa se han encontrado el salón repleto de viejas cajas de cartón, junto a ellas, otras nuevas que desprenden un agradable ároma del próximo bosque. En un rincón del salón, abierta la mesa. En la pared un trozo de papel azul, cubierto de estrellas. El padre, en otro rincón del salón, junto a un enchufe prueba las luces. El niño pequeño, a su lado, mira con los ojos muy abiertos, lo que el padre está haciendo. El mayo trae unos pedazos de papel de plata, lo extruja, lo estira. La madre pone una sábana sobre la mesa y debajo de esta un plástico. Abandona la habitación, aún no ha llegado su hora.
El padre concluída la prueba de las luces, las coloca encima de la mesa. Abre la primera caja: en ella descansan corchos que serán montañas, cuevas donde descansarán los pastores, y un establo que cobijará el Nacimiento. En la cima más alta, el castillo de Herodes. Los niños con serrín hacen caminos.
"El río tiene que pasar por aquí". Dice uno de los niños. "No el río tiene que venir por aquí". Los dos niños discuten, al final, el río, tendrá dos cursos uno por cada uno de los niños. La mesa se va poblando de musgo, serrín, paja e hierbas aromáticas. El campo, en esta tarde de diciembre, como ocurre todos los años en este mismo día, ha entrado en el hogar, y su aromo lo puede todo. La mesa es, a esta hora de la tarde, un hermoso tapete verde, ribeteado con hilos beige y plata.
"Aquí esta el paje de Gaspar". Enseña uno de los niños victoriosos, "Aquí esta uno de los pastores de la Anunciación". Muestra su triunfo el otro niño. Habido suerte, este año, en el largo viaje ningua figura ha perdido ningún miembro. Poco a poco se van despertando de un año de sueño y ocupan su lugar en la mesa de musgo. Toman vida. Los niños desenvuelven paquetes anhelando descubrir la figura de los Magos, cada uno espera encontrarse con su Rey. Pero estos no están en estas cajas. Los Reyes descansan, como todos los años, en una caja en el fondo del armario de una habitación que naide utiliza. Los niños, junto al padre abandonan la habitación siguiendo una estrella, buscando tres Reyes.
La Madre, cuando se han ido sus hijos, entra de nuevo en la habitación, trae consigo una caja. Ella se queda sola ante la mesa. Mira detenidamente la obra de su marido e hijos, y como cada año, sonríe. Abre la caja. Descubre las figuras que en ella descansan. Con sumo cuidado, la Cueva toma vida, con su mano se puebla. Al fondo, como siempre, el buey, cerca San José que mira atónito, sin entender nada a su esposa María, que custodiada por una mula guarda el sitio, donde en la noche de Nochebuena, la mano de la madre, volverá a poner al pequeño Niño, recién nacido esa noche.
Por el pasillo se oye trotando a los niños, que traen en sus manos la figura de un Mago, cada uno el suyo, y el padre la figura del rey que ninguno de los dos quiere en ese momento. Todos los años se repite la misma escena, piensa divertida la madre, sonríe. Llegan los niños con sus reyes a la mesa cubierta de musgo colocan las regias figuras y la madre, solo en ese momento, feliz piensa: un año más ha llegado la Navidad.
VÍCTOR HERNÁNDEZ MAYORAL
4 de noviembre de 2.010

1 comentario:

  1. Y esperemos que llegue con el mensaje de amor que nos trajo el Señor del que celebramos el cumpleaños, espero que lo disfrutes muchísimo. Un besazo de tu tata.

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