miércoles, 15 de diciembre de 2010

Encarnación

Mediodía en el reloj del hombre,
amanecer dorado, primaveral,
en el calendario del cielo.
¡Madre, que está floreciendo la azucena!

Abiertos de par en par, sin visillos,
las ventanas del cielo,
las puertas de la tierra.
¡Madre, ya busca la paloma, prometida!

Tierra fértil, virgen, recién regada,
semilla de sangre, Palabra de vida,
trae en su cartera el Mensajero,
¡Madre, que ya llega la hora!

Silencio de alas y estrellas,
el mundo y el orbe detienen
su cotidiano, monotono ritmo diario.
¡Madre, todos te miran!

Un candado, permanece cerrado,
espera una llave, que nunca llega,
y una rosa en el Jardín,
espera la tierna caricia de una mano.
¡Madre, cuánto ha tardado esta hora!

Los ojos del que han visto
pasar ante sus niñas
todas las guerras, todas las batallas,
aguardan impaciente la respuesta.

¡Qué silencio en el cielo,
qué bullicio en la tierra,
Madre, siempre de espaldas a Dios!

La voz temblorosa de la Niña,
la llave de fuego buscando la cerradura,
la rosa sintiendo, cercana, una mano,
una azucena, rompiendo su capullo
y una paloma descendiendo del cielo,
mientras un sí resuena en la sala.

Comienza a caminar una Vida
en el seno enclaustrado
de una doncella nazarena
que se convierte en cielo,
que se transforma en custodia,
que se convierte en Madre.

En el cielo, ahora ya abierto,
los ojos del Padre miran a la tierra,
y ahora, sí, sonríen satisfechos,
por que todo es perfecto.

VICTOR HERNÁNDEZ MAYORAL
15 de diciembre de 2.010

2 comentarios:

  1. Precioso como siempre amigo mio, precioso y
    con un gran sentimiento, no sabes como te hecho de menos, ojalá en algún momento te
    vuelva a ver en OTRO lugar, besos.

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  2. Precioso, simple y sencillamente precioso como
    siempre, no sabes cuanto se te hecha de menos
    y, ojalá en algún momento te vuelvas a incorporar a OTRO lugar, besos amigo mio.

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